Las Cronicas de Fede

Mi vida, que mas?

Nombre: Fede

noviembre 30, 2006

Discriminación indiscriminada


Quisiera aclarar que ni yo estaba con el torso desnudo, ni nati tiene 60 años y,
por supuesto, el mono-guardia del bingo no estaba vestido de botones.

La situación ha llegado a un punto límite y ya no se sostiene. Es ya tiempo de que el velo de la ilusión caiga de una buena vez de que comencemos a ver. Abramos de una vez los ojos a la verdad y quitémonos los lentes de la costumbre y la falsedad.

Mi ultimátum nace a raíz de la situación que experimenté hace ya una semana. Paseando un jueves por la noche con Natalia por la misteriosa Buenos Aires no encontrábamos un plan atractivo y asequible. Ya era tarde para el cine, ni hablar de los teatros, y estaba fresco como para salir a pasear a la intemperie. Entonces, en un arrebato de genialidad, di con la idea de ir a jugar al Bingo. Estos establecimientos funcionan en Buenos Aires cual los casinos y están abiertos a toda hora.

El incidente se produjo, cuando, en ojotas (pues estamos en verano, y a pesar del fresco que comenté que hacía, estas son cómodas si uno no planea pasear a la intemperie), quise acceder al establecimiento apuestil. Por reglas de la casa, no se me permitía el ingreso, explicó el guardia que la veda era a raíz de algunos incidentes y tropezones. Teniendo en cuenta la condición geronte de la mayoría de las personas que asisten, no encontré fallas lógicas al razonamiento.

Pero mi novia, con sus bonitas sandalias, SI tenía permitido el acceso, ¡señoras pitucas y viejas vianudas, podían acceder incluso con sus tacos aguja! Entonces, la lógica de los tropezones se derrumba inmediatamente y nos encontramos ante un claro caso de discriminación y anti-aristimuñalidad.

Sin embargo, quisiera detenerme en la relación ojota-sandalia. Un detenido examen nos proporciona la certeza de que la diferencia entre las partes es meramente estética. Debemos reconocer que tanto su función como su cobertura y/o protección, son idénticas. Entonces, acabemos con las mentiras.

Este hecho se repite en innumerables escenas de la vida cotidiana. No es mi intención hacer un listado de estas, sino alertarlos sobre su existencia, para que estén atentos y puedan reconocerlas, discriminarlas y luego, no discriminar donde no hace falta.

La mayoría de las personas no dudaría en considerar impúdica a una joven que se muestre tomando sol en su terraza, la playa o una plaza cualquiera si ésta se encuentra en ropa interior. Por otro lado, las bikinis parecen ser perfectamente aceptables. ¡Blasfemias! Exceptuando los casos de lingerie erótica con transparencias, la exhibición inherente a cada prenda es equivalente.

La inversa con los "caballeros" que usan speedos, esas nuevas mallas, son los equivalentes de los calzoncillos, ¡no se piensen que verlos en esas fachas es menos desagradable que verlos en calzones!

¡Acabemos con las mentiras! ¡Abramos los ojos de una buena vez!

noviembre 19, 2006

Pelea Plumosa

Ante todo, les debo a todos una disculpa, me he ausentado por un tiempo que sobrepasa bajo cualquier medida el límite de lo prudencial. Al respecto sólo diré que es menester dedicarse tiempo para vivir las aventuras si uno tiene intenciones de luego poder contarlas. Y, en un segundo lugar, antes de proseguir, quiero recomendar a todos las aventuras de la liga de la justicia que, a cargo de mi buen amigo personal, el señor Hugo Andrés "Oso Yogui" Simkin, mantuvieron vivo este espacio en la sección de comentarios del post precedente.


El eterno conflicto entre el bien y el mal, una vez más...

Regreso entonces, regreso ahora y con un sinfín de nuevas aventuras, entre las cuales quizás destaca la que ahora os narraré. Pues he participado, como no podía ser de otro modo, de la primer pelea de almohadas colectiva en la ciudad de Buenos Aires.

La cita fue el sábado 18 a las 18:00 horas en frente del planetario y rebatiendo mis ideas iniciales, la convocatoria fue impresionante. Los más prestigiados medios periodísticos hablan de una cifra del orden de las 3000 personas, en un lenguaje más coloquial y menos pretencioso, yo diría que eramos una banda de gente.

Armados con almohadas de distintos portes, acudimos Hugo, Natalia y un servidor. Y ya desde la distancia vislumbrabamos la multitud. A tal punto llegaba la presencia del aglutinamiento que mi novia reculó en la periferia de la muchedumbre y me entregó su almohada para que ajusticie ciudadanos en su nombre.

Cuando nos encontrabamos a - 50 metros del gentío, comenzamos a correr enarbolando nuestras almohadas pues la bataola había comenzado. Irrumpí la periferia de la contienda con un salto con giro doble flicflac y cuando me estaba resarciendo de un violento almohadonazo en la oreja escuche a Hugo gritar algo mientras se internaba precipitadamente en el epicentro de la refriega.

Ante tamaña imprudencia, me lancé tras él para hacerlo entrar en razones. El epicentro era insostenible. La beligerancia constante había levantado una densa nube de polvo y tierra que, mezclada con plumas y trozos de gomaespuma nublaban la vista y entorpecían la respiración, y con ellas mis intentos de rescate. Todo se complicó aún más cuando, a pesar de las ya mencionadas dificultades visuales uno de los contendientes percibió que yo contaba con dos almohadas (recuerden que mi novia me había ofrendado la suya) y al grito de "¡ese tiene dos! ¡ese tiene dos!" se lanzó animosamente contra mi. Naturalmente, en los estados que induce una batalla de ese calibre, cualquier denuncia como la citada provoca una respuesta multitudinaria y en breve me vi rodeado de almohadas con pocas señales amistosas. No indemne, pude escapar con lo que dí en llamar la "técnica del helicóptero" girando ambas almohadas sobre mi cabeza a la vez que me alejaba nuevamente hacia la periferia.

De nuevo en los brazos de mi amada, le devolví una almohada y desde entonces realicé incontables incursiones en busca de mi buen amigo. Lamentablemente todas ellas infructuosas. Encontré un duelo de dos esgrimistas de almohadas muy hábiles, un tipo disfrazado de caballo, a Wally, y en tres oportunidades reconoci a un individuo disfrazado del hombre araña que gritaba mientras era perseguido y azotado por turbas furiosas entre las que se escuchaban las voces de "¡Aguante superman! ¡Eh puto, en la liga de la justicia no te llamaron!". En vano traté de explicarles que mientras superman y la liga de la justicia pertenecían a DC comics, el hombre araña era de Marvel y por tanto, se trataban de cosmogonías totalmente diferentes.

El punto es que no pude reencontrarme con Hugo, y habiendo trascurrido ya 24 horas de su última avistación estamos pensando lo peor. Ruego a todos mis seguidores que compartan cualquier información al respecto. Aunemos nuestras fuerzas. Vamos a encontrar a Hugo!